La ansiedad como sistema de alerta. Escucha, actúa, recupera tu equilibrio.
Empezamos a hablar de cómo nos encontramos, por fin. Y cada vez más personas son capaces de identificar síntomas que pueden tener relación con la ansiedad. Todo bien hasta ahí.
El problema es cuando sólo nos quedamos en eso, en los síntomas. Y nos apresuramos a buscar soluciones mágicas en nuestro botiquín de primeros auxilios.
Métodos rápidos para neutralizar los síntomas de ansiedad como una crema infalible para las contracturas, una infusión para dormir o una pastilla ideal para los dolores de cabeza.
Y no es que ese remedio no vaya a generar un efecto balsámico.
Pero hay que tener en cuenta que una reacción de ansiedad es una señal de algún problema de equilibrio, es el síntoma de que algo está pasando. Quizás tenemos algo desatendidas algunas de nuestras necesidades básicas.
Si buscamos “recetas” para sostener la ansiedad, estaremos más bien aprendiendo a convivir con ella. Incluso corremos el riesgo de aumentar del desequilibrio ya que, si “apago la alarma”, tal vez me permita encajar un poco más de actividad extra.
Y hay que tener en cuenta que la ansiedad, si no le hacemos caso, cada vez habla más alto. Y nos podemos acabar viendo con una crisis de ansiedad o ataque de pánico que son extremadamente desagradables.
¿Y si en vez de intentar acallarla, revisamos qué nos quiere decir? ¿Y si nos paramos a analizar cómo estamos realmente? Observemos nuestro estado físico y mental. Aseguremos que nuestras necesidades básicas están cubiertas: sueño, alimentación, ejercicio …
Parémonos a pensar cómo estoy en casa, en el trabajo, en mis relaciones, conmigo…
Tal vez alguna de estas áreas están un poco alteradas y nos está causando esa dichosa ansiedad.
A veces no es fácil parar, ni observarse, ni darse cuenta… Cuando estamos muy atrapadxs en la ansiedad es difícil. En ese caso, puedes pedir ayuda. A la familia, amigxs, y, cómo no, a unx profesional.
Si piensas que puedo colaborar en tu equilibrio, ponte en contacto conmigo.